Visita La XX a FM Bon´s
QUERIDOS CHICOS:
Por razones propias de la profesión, que para nosotros terminan siendo obvias, los periodistas estamos acostumbrados a tratar con todo tipo de personas. Así, en un mismo día, podemos pasar de hablar con un médico de prestigio a entrevistar a un delincuente. Y de éste saltar a un alto funcionario de gobierno para, al fin de la jornada, hacer una entrevista a un linyera o a un chico de la calle. Por lo general –y también a raíz de lo que nos impone la profesión- raramente nos detenemos a pensar en las personas que contienen a los personajes que entrevistamos. Dicho de otra manera: termina la nota con un fulano, y chau fulano; no volveremos a pensar en él hasta la próxima nota, si es que hay una próxima nota con el mismo sujeto. ¿No nos importa la gente? Sí, claro que nos importa. Pero las personas que entrevistamos no son “gente”, son “notas”. Y así es como los consideramos.
Por eso me puso tan contento que ustedes vinieran al programa, porque su visita me obligaría a pensar de otra manera a la hora de “la nota”. En verdad, no sé si “la nota” terminó siendo tal ni, en todo caso, si fue totalmente lograda. Lo que sí sé es que por primera vez en mucho tiempo no resumí a los entrevistados en “la nota” ni me olvidé de los entrevistados una vez que “la nota” hubo terminado.
Son muchas las sensaciones y las impresiones que ustedes me causaron, como así también a mis compañeros. Y todas ellas fueron muy buenas. Yo podría elegir quedarme con la voz de locutor profesional de Juan Cruz Fernández; con la conmovedora forma de ver las cosas de Nahuel De Luca; con el nerviosismo responsable de Octavio Kippes y Dafne Cappella; con la seriedad de Gonzalo Palomino; con la claridad de Lucía Carosso o con la profundidad de análisis de Rocío Ronconi. O podría preferir el grado de conciencia social exhibido por Victorio Junco y Martín Ciraulo; o elegir la palabra responsable, la mirada vivaz y el abrazo conmovedor de Milagros Liteplo.
Pero, ¿saben qué? Elegí todo eso junto, además del silencio, el respeto y la calidez de todos, comenzando por todos aquellos que, habiendo estado en el estudio, no salieron al aire. Por todo eso, muchísimas gracias, chicos. Yo soy uno de esos tantos adultos que –ustedes tendrán más de un ejemplo al respecto- solemos afirmar que “en nuestra época los jóvenes eran muy distintos”, jurando a la vez que aquellos jóvenes eran también “más maduros y más responsables”. En cierto modo, es verdad: los jóvenes de antes éramos distintos. Pero, claro: también eran distintas las épocas. Sin embargo, ustedes son la excepción que confirma la regla. Por suerte, mientras haya chicos como ustedes, los más grandes podremos estar tranquilos. Eso sí: que el paso de los años no los cambie, ni permitan ustedes que los cambie un mejor status o un monto de dinero.
Al despedirse del programa, su profesor expresó un cálido y muy sincero agradecimiento a la radio y al programa. De mi parte, debo decirles que el agradecido soy yo: no siempre uno tiene la posibilidad de estar con gente maravillosa que, encima, es humilde. Por eso les agradezco, por eso y por todo lo que me enriquecieron apenas en un par de programas. Ojala algún día no tan lejano vuelva a cruzármelos, ya adultos, tal vez ya profesionales, y podamos ir a tomar un café para hablar de radio, de periodismo o, simplemente, de la vida.
Gracias de nuevo.
Nicolás Avellaneda
Victoria, 24 de Octubre, 2015